Tenía 26 años; era Profesor de Castellano. Había estudiado en la Universidad del Norte (Antofagasta) donde fue dirigente estudiantil. Militaba en el MIR. Estaba casado con Gladis Rojas Segovia que al saber de su detención sufrió un shock nervioso que le causó la pérdida de su hijo en el 3er mes de embarazo.
De su biografía tenemos muy pocos antecedentes. Hemos tratado de contactar con un poeta que vive en La Serena, Arturo Volantines, que lo conocía mucho y en sus escritos hace referencias a él a menudo; pero no hemos logrado ubicarlo.
Fue detenido el 13 de Noviembre de 1974 por la DINA en circunstancias que se ignoran.
En los respectivos testimonios de doña Gladis Rojas Segovia y de Ingrid de Lourdes Santibáñez. Ésta, cónyuge y hermana de la víctima respectivamente, se da cuenta que el día 15 de Noviembre de 1974 llegaron al domicilio ubicado en calle Sierra Bella n° 1963 de la capital – perteneciente a un pariente del afectado – dos hombres y una mujer, todos de civil, movilizados en una camioneta roja con un círculo azul en la puerta, en la cual había un cuarto sujeto que hacía de chofer. En el inmueble se encontraban presentes ambas testigos. Los sujetos dijeron ser funcionarios del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y uno de ellos mostró una tarjeta de color verde claro plastificada que parecía ser una credencial. Allanaron la casa e interrogaron a sus moradores acerca de Ariel Santibáñez, refiriéndose a él en forma grosera y señalando que lo tenían detenido desde la fecha individualizada. Luego, Gladis Rojas e Ingrid Santibáñez fueron conminadas a subir a la camioneta y las trasladaron al domicilio de la víctima. Allanaron completamente todo el inmueble y en el patio desarmaron dos cajones de té indicando uno de los civiles que allí había una pista según lo dicho por Ariel Dantón. Al no encontrar nada, uno de los hombres salió a llamar por teléfono para preguntarle al afectado que dónde estaba lo que él había dicho, agregando que había que “apretarlo más”. Al marcharse los civiles, el más alto de ellos, manifestó a Gladis Rojas que sentía mucho haberlo detenido, pues él lo conocía personalmente como igualmente conocía a otros familiares suyos.
Doña Ingrid Santibáñez agrega en su testimonio que el último de los agentes descritos, llegó el 22 de diciembre de 1974 a su domicilio indicándole que traía noticias de su hermano, que eso lo hacía porque a ella la ubicaba desde Antofagasta y que la había conocido por intermedio del Teniente de Ejército Sergio Acevedo O’Ryan, quien era amigo de ella – lo que es efectivo -. Le dijo que su hermano estaba bien, que se había portado muy hombre, que no había delatado a nadie, echándose toda la culpa; que no le podía decir dónde estaba, sólo que era un recinto militar y que estaría bien. Dijo llamarse Patricio o Fernando, le añadió que su hermano le había solicitado que la sacara a pasear y la invitó a salir al centro de la ciudad, invitación que aceptó pensando obtener información acerca del paradero de su hermano. Sin embargo, el agente nada le dijo, y por el contrario, él trataba de saber cosas de Ariel, preguntándole por intervalos de tiempo, detalles sobre su vida, quiénes eran sus amigos, vinculaciones políticas, etc. Desde ese día no ha vuelto a tener contacto con ese individuo.
Cabe hacer notar que Ariel Santibáñez Estay fue detenido por primera vez en Noviembre de 1973 en la ciudad de Antofagasta, permaneciendo recluido tres días en el Cuartel de Investigaciones de la ciudad, en donde fue violentamente interrogado con golpes y aplicación de corriente eléctrica en todo el cuerpo, principalmente en los testículos y uñas. Una vez en libertad, encontrándose en casa de sus padres reponiéndose de las torturas, lo fueron a detener los mismos detectives aprehensores de la vez anterior pero esta vez, con la ayuda de sus vecinos, logró huir permaneciendo tres meses oculto, para en definitiva viajar a Santiago. Poco antes de su aprehensión del 13 e Noviembre de 1974, había comentado a su hermana Ingrid que se había topado con uno de los detectives aprehensores de Antofagasta y que incluso lo habían seguido en el interior de la FISA.
Su familia realizó numerosas diligencias y gestiones judiciales con el fin de dar con su paradero, pero todas ellas resultaron infructuosas y aún desconocen la suerte que corrió en manos de la DINA.